10.2.15

Follow the money (¿quién pagó el lanzamiento de Podemos?)

En su libro Todos los hombres del presidente, los reporteros del Washington Post, Robert Woodward y Carl Bernstein relatan en detalle cómo desenmarañaron el caso Watergate en 1972 a partir de los datos que les dio el informador al que llamaban "Garganta profunda" (y que décadas después se supo que había sido el director asociado del FBI, Mark Felt).

De izquierda a derecha: la dueña del Washington Post en 1972, Katherine Graham, los reporteros
Carl Bernstein y Bob Woodward, el subdirector Howard Simons y el director Ben Bradlee.
La investigación de Woodward y Bernstein fue esencial para que se viera obligado a renunciar el presidente estadounidense Richard Nixon, en un alarde de la fuerza que tiene una prensa verdaderamente libre e investigativa (de la que mucho podrían aprender los publicistas que hoy hacen de periodistas en España).

Una de las frases clave que les dijo Felt y que los reporteros anotaron en su libro fue "La clave es el dinero secreto de la campaña, y todo se debe rastrear".

En la película sobre el libro, en la que Robert Redford hizo el papel de Woodward y Dustin Hoffman el de Bernstein, el guionista William Goldman parafraseó esta recomendación del informante en una frase mucho más impactante: "Follow the money", "Sigue el dinero".

La frase, de hecho, se ha convertido en un tópico, dando nombre hasta a un videojuego. Es un principio de la investigación criminal, de muchas relaciones humanas y, por supuesto, inevitablemente, de la política.

Sigue el dinero. Follow the money.

Porque nada se puede hacer sin dinero. Ni siquiera en los países comunistas. Cuando el Che Guevara quiso desaparecer el dinero en Cuba, por primera vez se le pusieron en contra los trabajadores. Acabó firmando los billetes como fugaz Presidente del Banco de Cuba.


"Sigue el dinero" porque el dinero sale de algún lugar y tiene un recorrido antes de llegar al lugar donde nos lo encontramos. Y seguir ese recorrido en sentido inverso explica mucho en situaciones donde todo parece incomprensible o al menos altamente implausible o francamente descabellado. Todo cuesta, siempre. Al pagarlo, se pone al descubierto una hebra que puede conducir al ovillo que alguien puede querer mantener oculto.

Especule usted conmigo (en el sentido de reflexión y no de especulación financiera, para eso veremos cómo especulan otros). Con base en hechos conocidos y en conjeturas al menos razonables. Porque si algún día la prensa española quiere desentrañar realmente los mecanismos de la convulsión política de 2014-2015, tendrán que hacer lo mismo y... seguir el dinero.

En el principio fue el descontento

Imagine usted a un grupo de gente de izquierda marxista más o menos clásica, gente convencida honradamente de que los diseños sociales y económicos de Marx y Lenin son los adecuados para resolver los evidentísimos problemas que tiene el capitalismo. Y los tiene: sus pesadas injusticias, su creación de pobreza y desesperación, de inequidad y falta de oportunidades, un fatalismo económico que se multiplica en el neoliberalismo, ese movimiento que pretende la absoluta desregulación de todos los mecanismos de producción, financieros y de mercado (confiando en una misteriosa "mano invisible" que produce el equilibrio en la teoría sin haberlo hecho nunca en la práctica), que busca que el estado se retire de su función social y que pretende la desgravación de las grandes fortunas en un esquema fiscal donde todos pagan lo mismo (como en el IVA) en lugar de pagar proporcionalmente a sus ingresos (como un IRPF por segmentos).

Pasemos por alto que nunca se ha demostrado que, efectivamente, las propuestas marxistas sean el remedio de la enfermedad evidente y que, de hecho, en muchos aspectos han sido peor que la enfermedad, por problemas de origen que no vamos a discutir aquí pero que puede usted conocer ya leyendo algo como las novelas de George Orwell Mil novecientos ochenta y cuatro o Rebelión en la granja, o el pequeño libro que escribió Bertrand Russell después de su visita a la URSS en 1920 Práctica y teoría del bolchevismo.

El punto es que desde los 70, el marxismo, en algunas de sus distintas advocaciones, asumió la vía legal de la democracia ("democracia burguesa", siempre, en el argot de esa izquierda) esperando convencer a las masas trabajadoras de que le votaran y el estatismo económico se consiguiera por la vía de los votos y no por la vía privilegiada desde Marx hasta fines del siglo XX: la revolución armada.

La Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense en Somosaguas,
Madrid (Fotografía de El Plural.)
Años y años de no conseguir más allá de un puñado miserable de votos hace que se reúnan para plantearse alternativas unos activistas y politólogos ciertamente no tontos (quizá menos brillantes de lo que creen ser), reunidos en un espacio aislado como podría ser una facultad de ciencias políticas que controlan férreamente a través de grupos de alumnos, organización asamblearia y muestras de fuerza (lo común en las universidades ideologizadas como sabe quien haya estudiado en una de ellas, algo he contado a nivel anécdota de mis andanzas con los trotskistas en la Escuela Nacional de Antropología e Historia allá por 1975) que se encuentran además vinculados, no es claro aún cómo, con el proceso de toma del poder de Hugo Chávez en Venezuela.

El otro comandante

Chávez en ese momento es hipnótico, tiene un enorme carisma tropical, tiene todos los atributos del caudillo latinoamericano de derecha o izquierda, da igual, macho alfa, burlón, despreciativo, con una absoluta seguridad en sí mismo, entrañable y cercano, despiadado y gran comunicador. Y emprende una jugada no muy novedosa que sin embargo consigue con enorme éxito: se presenta a las elecciones como un demócrata incluso anticomunista (olvidando el golpe de estado que él mismo encabezó años antes, y logrando que los electores lo olviden) y hombre de paz. Una vez que alcanza el poder, en 1999, revela su intención de fundar el socialismo del siglo XXI y emprende una serie de reformas que NO estaban en su programa original. Con la riqueza petrolera de su país, consigue financiar programas que entusiasman a la izquierda y pretenden equilibrar las profundas injusticias de Venezuela. Era la reedición electoral del triunfo militar de Fidel Castro, que se declaró demócrata hasta que, el 2 de diciembre de 1961, anunció que era y sería siempre marxista-leninista, y emprendió así el camino que lleva a la Cuba de hoy.

Hugo Chávez en Brasil en 2003. (Foto CC Victor Soares/ABr via Wikimedia Commons.)
Los politólogos españoles cayeron de pie en el mundo chavista. Sus conocimientos y su entusiasmo, su compromiso ideológico firme e indudable, les dan un lugar cerca del presidente venezolano que ya no dejaría el poder hasta su muerte. Uno de ellos tiene despacho en el propio palacio presidencial de Miraflores, y de otro se dice que en sus estancias en Caracas vivía en la misma residencia que Hugo Chávez, para estar siempre a mano del presidente. (Otro, que encabeza una organización de asesoría a la que pertenecen los demás, llegaría a ser llamado, años después, "El Jesucristo de la economía" por el sucesor de Chávez, Maduro.) Pero algunos de los cambios en Venezuela, sobre todo los autoritarios que cancelan libertades y derechos, encuentran resistencia... y la fachada de democracia se derrumba: el triunfo electoral establece que quien no apoya absolutamente, incondicionalmente, al régimen bolivariano que instaura Chávez es un enemigo, es casta, es fascista, es enemigo del pueblo, es alguien que está preparando un golpe de estado, es alguien cuyos derechos y libertades quedan cancelados debido a que su opinión difiere de la oficial. La jubilosa revolución chavista se despeña a La Terreur de sus propias contradicciones.

Y, en todo momento, los politólogos españoles están allí. Ven el surgimiento de movimientos afines a Chávez que triunfan electoralmente empleando el mismo sistema de simulación electoral: Rafael Correa, los Kirchner, Evo Morales... en la Suramérica nueva (que deja de interesar a Estados Unidos finalizada la Guerra Fría), sólo Lula da Silva y su sucesora Dilma Roussef, y Tabaré Vázquez (y su sucesor y luego antecesor, José Mújica) son declaradamente de izquierda y compiten electoralmente con plataformas socialdemócratas. Son también los que menos entusiasmo sienten por el liderazgo que Chávez cree tener. Y ese liderazgo se sustenta en un culto a la personalidad casi stalinista o maoísta, al que los politólogos españoles se apuntan entusiastas con frases que desbordan la admiración para llegar a un éxtasis religioso que recuerda a Santa Teresa ("Querer a Chávez nos hace tan humanos", cantaba uno de ellos).

El planteamiento siguiente no es perverso ni oscuro, sino consecuencia razonable de su vivencia y su compromiso ideológico, porque quien participa en política lo hace para obtener el poder político, por supuesto, en mayor o menor medida. Los politólogos españoles se preguntan si pueden hacer en España lo mismo que se ha hecho en esos países que admiran (y que, además, los están agasajando con jugosos contratos de asesoría, con relevancia profesional). Pululan (y cobran) en los partidos de la izquierda electoralmente marginal española (Izquierda Anticapitalista, Izquierda Unida, Partido Comunista), analizan el descontento y buscan una oportunidad.

No pretenden, ni se plantean, "hacer lo mismo" en el sentido de aplicar al pie de la letra las políticas chavistas (como acusa el facilismo de la prensa de derechas, tan poco seria como la de presunta izquierda), empezando porque España no tiene una riqueza petrolera que pueda despilfarrar en proyectos populistas no sostenibles. "Hacer lo mismo" en cuanto a tomar el poder simulando respeto a una democracia que la propia ideología desprecia, a las instituciones democráticas que la propia ideología se propone demoler, utilizando las elecciones que los propios implicados consideran inválidas e inaceptables, para tomar el poder y entonces mostrar sus cartas e implantar las políticas que su ideología propone como solución inevitable, que para eso son politólogos, profesionales... todo ello sin que los electores se den cuenta hasta que sea tarde y esperando que, viendo su bondad, los apoyen porque es "por su bien".

Prepararse para tomar el poder

En el proceso, esperando una oportunidad y ayudando a crearla, los cabezas del grupo y su gente fundan distintas organizaciones o membretes que cumplen funciones diversas: la Fundación CEPS (2002), que da asesorías a los países mencionados y CELAG, con sede en Caracas, directamente. El grupo estudiantil Contrapoder, controlado por los profesores, y el grupo de profesores La Promotora. Ambos empiezan en 2010 a hacer el programa político La Tuerka, que pronto es asumido por una empresa propiedad de los mismos politólogos, Producciones Con Mano Izquierda, que más adelante hará otro programa similar: Fort Apache, para HispanTV y que tendrá como sucesora a Motiva2 Caja de Resistencia.


El 15M marca esa oportunidad. Un grupo de activistas ya sazonados en la lucha organizan un movimiento que parece "espontáneo" pero cuyo decurso controlan cuidadosamente. Los elementos del márketing y la comunicación son profesionales: logotipos, tipografía, dominios de Internet y consignas pocas y sencillas, sin el tufillo a izquierda marxista que repele, demostradamente, a las mayorías electorales españolas y en general a las del mundo. La movilización del 15M y su simplismo son un éxito y los aprovechan políticamente al máximo (como lo haría cualquiera). Una primera propuesta de partido "transversal" de ideología simulada o disimulada, de "ni derecha ni izquierda", el Partido X, no alcanza a despegar. En enero de 2014 se lanza finalmente el proyecto de toma del poder del grupo centralizado en un líder que pretende ser una versión posthippie de Hugo Chávez.

Su comunicación es eficaz acudiendo a las bases más elementales de la demagogia que ya consagraban desde Platón en La república hasta Maquiavelo en El príncipe y, por supuesto, Ernesto Laclau, uno de los ideólogos de todo el movimiento, desde Chávez hasta Grecia. Consiguen que se pasen por alto o se perdonen (o se oculten, en el peor de los casos) algunas de sus afirmaciones más inquietantes de los últimos años, dichas en sus programas de televisión, en sus mítines o en intervenciones de reuniones como las de la Universidad Anticapitalista de Izquierda Anticapitalista o de Juventudes Comunistas. Consiguen que los medios y sus adeptos sean selectivos y cierren los ojos a ciertas afirmaciones.

Consiguen 5 eurodiputados y lanzan un órdago de inmediato por el gobierno de España, que se relevará en noviembre de 2015. Su comunicación se vuelve omnipresente: publicidad pagada en las redes sociales (YouTube, principalmente, ya que su medio de comunicación ha sido la televisión más que la palabra escrita), medios privados volcados a su promoción incesante: La Sexta de Atresmedia, Cuatro de Mediaset, el diario Público y eldiario.es, el más reciente periódico español a cargo de Ignacio Escolar.

En el siguiente año constituyen partido, viajan por España y el mundo, hacen mitines por todos lados, alquilan escenarios, sonido, seguridad, pancartas... Garantizan su control absoluto sobre el partido al mismo tiempo que afirman tener, porque suena bien, una voluntad asamblearia y transversal que es continuamente aplastada por la voluntad de los líderes.

Su éxito es doble: la gente de izquierda marxista sabe que son de los suyos y les apoyan por lo mismo, pero la gente que rechaza esa versión de la izquierda prefiere creer el discurso transversal de que no son ni de izquierda ni de derecha y que serán buenos chicos, mejores que lo que se ha tenido (y todo lo que se ha tenido, todo el pasado, ha sido también objeto de la campaña de comunicación para presentarlo como una sucesión de fracasos sin un solo logro destacable).

Follow the money

Todo lo que hace el nuevo partido (que el lector astuto notará que no hemos mencionado, como no hemos mencionado a sus cinco cabezas) cuesta dinero.

Mucho dinero.

La organización de actividades fue precisamente, no lo olvide usted, la fuente de la trama Gürtel. Los señores amigos de Aznar no vendían drogas, no tenían constructoras defraudadoras de bancos, no traficaban con armas. Su gran negocio era alquilar equipos de sonido, de iluminación, decoraciones, pancartas, stands de feria, logotipos, escenarios.

Es un gran negocio.

HispanTV, la televisión de la teocracia iraní dedicada a la propaganda para los países hispanohablantes.
Y el problema básico del nuevo partido es que nadie sabe de dónde salió el dinero. De cierta parte se tienen informes y no son agradables, como el dinero que reciben las productoras de los cabezas visibles del partido de HispanTV, el canal en español de la televisión oficial de la teocracia iraní, por el programa Fort Apache, que es el mascarón de proa de tal canal. Pero la productora del programa CMI, antes que producir dinero, dice la versión oficial, lo consume de modo voraz. Su presentador le "dona" a la empresa (privada) parte de su sueldo de eurodiputado. Otro de los fundadores del partido le "dona" a la empresa más de 200 mil euros. Y pese a ello la productora paga sueldos simbólicos a sus colaboradores. Todo unido en un reciente escándalo sobre los cobros del hombre de los más de 200.000 euros.

Pero hay más. Está lo que ha ingresado la productora por su trabajo haciéndole vídeos y materiales de comunicación a Izquierda Unida y otros clientes. Están los 3,7 millones de euros cobrados por la fundación CEPS a Venezuela (y cifras desconocidas de los demás países a los que sirve, y finanzas oscuras en las demás organizaciones) y cuyo destino es desconocido.

¿De dónde sale el dinero? Follow the money. Los intentos por enmascarar los ingresos por la vía del crowdfunding han dejado mucho qué desear. Sobre todo cuando se olvidan de hacer dicho crowdfunding para actos costosos como el lanzamiento del candidato oficial de la cúpula para encabezar el partido en Madrid (y de paso ser el candidato a la presidencia de la Comunidad de Madrid).

Las "donaciones de Paypal" de los crowdfundings. Miles
y miles de euros depositados sin que se sepa quién lo hizo.

Un elemento clave del posicionamiento de mercado del nuevo partido (y así lo manejan ellos mismos, no ironizamos) ha sido la transparencia y la lucha contra el fraude, especialmente el fiscal, y contra la utilización patrimonialista del poder (dos cosas con las que pocos pueden estar en desacuerdo). Pero no lo han sabido simular efectivamente. Acostumbrados a que nadie en su red de organizaciones (repitamos: Contrapoder, La Promotora, Fundación CEPS, CELAG, Producciones CMI, Motiva2 Caja de Resistencia, Herramientas de Pensamiento, La Barraca y otras, no sabemos cuántas) les llame a responder, la rendición de cuentas no es su fuerte. Han simulado sin producir los datos que hagan efectiva esa transparencia.

Seguir el dinero. ¿Viene de Venezuela, de Irán, de los negocios empresariales de una izquierda paradójicamente capitalista, de donantes privados con intereses en los medios, de alguien más, se encontraron el tesoro de Barbanegra o se sacaron la lotería como Fabra? Nadie parece estar siguiendo el dinero. ¿Es perfectamente legítimo o podría evocar dudas en el elector y preguntas de difícil respuesta? No lo sabemos y no lo sabremos hasta que los medios decidan hacerlo.

Y cada día parece más claro que el dinero es el talón de Aquiles de los cinco amigos que un día decidieron que su misión en la vida era tomar el poder en España a cualquier precio. ¿Cuál es el precio, en dinero y qué compró en realidad con él quien lo pagó? ¿Y cuánto le va a costar al españolito de a pie, sin asesorías, sin cuentas gordas en el banco, sin acceso al dinero público de dos continentes? Porque quien aporta dinero espera obtener algo a cambio, ya sea en plan bondadoso (si dono dinero a una ONG espero que se use para acciones nobles) o de negocios (espero un beneficio) o político (espero lealtad y complicidad) o algo más.

Uno pensaría que los electores españoles tienen derecho a saberlo. Lo difícil será que estén de acuerdo en seguir el dinero y contarnos la historia tanto los cinco señores del partido como los medios de comunicación claramente afines a su proyecto. Porque, claro... "La clave es el dinero secreto de la campaña, y todo se debe rastrear".