5.7.17

Sin disculpas

(Nota: Éste es un post invitado con una pequeña historia detrás. En Twitter, @Ilse0101 comentó que quería traducirlo y publicarlo. Necesitaba un blog y varios ofrecimos los nuestros. Necesitaba permiso de la autora, Maryam Namazie, y ésta se lo dio en pocas horas, entusiasmada por la idea de que sus palabras se leyeran también en español. Maryam Namazie –el enlace es a la Wikipedia en inglés porque aún no tiene entrada en español– es una activista iraní pro derechos humanos, portavoz de Solidaridad Irán, Una Ley para Todos y el Consejo de Exmusulmanes de Gran Bretaña y miembro del Partido Comunista Iraní. Su familia huyó de la revolución teocrática iraní. Ha sido defensora de los derechos de las mujeres en teocracias musulmanas, opositora del relativismo cultural y promotora de una sociedad laica y la separación de las iglesias y el estado. Ha sido excluida de universidades y atacada por presuntos progresistas académicos estadounidenses con el argumento de que promueve un sentimiento "antimusulmán" al denunciar sus acciones contra la libertad, contra las mujeres, contra los homosexuales, contra la vida.)
Maryam Namazie, vía Wikimedia Commons

Sin disculpas

por Maryam Namazie
Traducción de @ilse0101

Este escrito es para ti.

No para ti, el islamista que me quiere callada o muerta mientras sueñas con tu vil califato, ni para ti, el racista que quiere expulsar a mi inmigrante familia musulmana mientras sueñas con tu despreciable Europa cristiana y blanca. Para mí, sois las dos caras de la misma moneda.

Este escrito va dirigido a ti, a quien debería considerar mi amigo, mi aliado, pero que se niega a apoyarme. Tú, el progresista, el antirracista, el que supuestamente defiende los Derechos Humanos.

¿Cómo es posible que tu defensa de la libertad de conciencia y de expresión nunca incluya mi derecho a rechazar y criticar al islam?

Me excluyes, vetas, expulsas, culpas y difamas, o, como poco, te quedas callado simplemente por quién soy: Una una ex-musulmana, atea, crítica con el islam.
Por supuesto, tienes derecho a guardar silencio.

No eres responsable de mi persecución. Solo los que amenazan, matan y dañan a los librepensadores en países y comunidades bajo el control islamista son directamente responsables. La justicia, después de todo, no puede culpar de forma colectiva.

Pero yo acuso.

Te acuso a ti de culparme a mí y nunca a mis agresores.

Ellos siempre parecen tener algún tipo de queja o sensibilidad herida que justifica que inciten a la violencia o al asesinato en masa.

Yo, por otra parte, siempre soy culpable.

“Si yo no hubiera ofendido”. Tu religión me ofende pero aun así, sigo siendo capaz de apoyarte y defender tu derecho a creer.

“Si yo no hubiera provocado”. Los islamistas matan, desfiguran y silencian ¿y soy yo la que les provoca por decir lo que pienso? ¿Son ellos los que hablan o tú?

“Si yo hubiera respetado al islam”. Tú no respetas mi ateísmo, ¿por qué debo yo respetar tu religión? En cualquier caso, lo que hay que respetar es el derecho a creer, no la creencia.

“Si me hubiera guardado para mí la opinión sobre el islam”. Tú no te guardas para ti tus opiniones. Todos los días, en cada esquina, escucho que el islam es una religión de paz y que los islamistas no son verdaderos musulmanes. Me obligan a tragar religión hasta que me ahogo ¿y aun así tengo que guardarme mis opiniones? ¿No tengo yo también derecho a hablar y pensar como yo decida? Hasta que los islamistas no dejen de amenazarme, gritaré mi ateísmo desde cada azotea.

“Estoy ayudando al racismo porque critico al islam”. ¿Estás tú promoviendo el terrorismo por defender el islam? Yo no te culpo por el terrorismo, deja de culparme del racismo cosa que, por cierto, también me afecta a mí.

Querido “amigo”:

¿Tan difícil es de entender que la libertad de credo no es solo para los creyentes? Incluye el derecho a no creer, el derecho a rechazar el islam, públicamente o de cualquier otra forma. Esa libertad de expresión no es solo para aquellos que defienden y promueven el islam. También es mi libertad, y la nuestra, poder criticar al islam, burlarnos de él e incluso ver al movimiento islamista como una ideología regresiva.

Y hacerlo públicamente sin miedo.

Sinceramente, cuando escucho recitar el Corán, es como si me dieran una patada en el estómago. Me recuerda a las ejecuciones en Irán y la pesadilla totalitaria de la que hui buscando refugio.

Y sin embargo, todavía puedo distinguir entre creencias y seres humanos. Todavía puedo defender el derecho a creer en una religión. Todavía puedo apoyarte contra los fascistas de toda índole.

¿Por qué no puedes defender tú mi derecho a rechazar la religión?

¿Por qué no puedes apoyarme?

¿No puedes ver que la libertad de creer no tiene sentido sin la libertad de no creer? Son libertades análogas. No pueden existir la una sin la otra.

Quizá tú puedas permitirte ese silencio. Después de todo, la religión y sus defensores siempre han sido los privilegiados y los librepensadores han sido los perseguidos durante toda la historia. Pero yo, nosotros, no podemos serlo.

Porque no tenemos elección.

Porque tenemos derecho a pensar y vivir libremente aunque ello te ofenda.

Porque si no hablamos por nosotros mismos, ¿quién lo hará? Está claro que tú no.

Porque debemos hablar por nosotros mismos y los que queremos, por aquellos que no pueden hablar, por aquellas que están sometidas y maltratadas en sus casas en Londres, encarceladas en Riad o esperando la horca en Teherán y Karachi.

Por Raif Badawi, por Sina Dehghan, Sahar Ilyasi, Ayaz Nizami, Ahmad Al-Shamri, Taimoor Raza, Avijit Roy…

Porque somos un tsunami que se aproxima…

Sí, no te culpo de mi persecución pero a menudo me pregunto cuánto de ese papel de culpabilizador de la víctima y de ese silencio, a menudo involuntario, está normalizando el acoso y derribo a ateos críticos con el islam y librepensadores.

Me pregunto: Si tú no fueras tan tolerante con la cultura de la ofensa y tan intolerante con mi crítica, ¿el mundo no sería un mundo distinto?

Yo acuso.

#IWant2BFree #QuieroSerLibre